sábado, 31 de marzo de 2012

Viajes


Viajes en tren, en coche, con la familia, en barco, con los amigos, que si el perro, la abuela, la moto… Viajes.
Los viajes son estresantes, menos mal que al final tienen su premio: vacaciones. En el caso de que el viaje sea para volver después de las vacaciones, entonces… te jodes.
Para explicar como son los viajes hay que poner ejemplos:
  • Viaje en avión: Estás en una reunión de trabajo y de repente te suena el móvil. Coges: “Hola. Señor -Introduzca su nombre aquí - Tenemos a su hijo y a su mujer si quiere recuperarlos venga solo a la esquina de la 4ª avenida con Wall Street” Te quitas en traje de un tirón y con tus mallas verdes y naranjas y tu logo en el pecho saltas por la ventana y ves a tu padre tirando de la manta y diciéndote que como no te levantes vais a perder el avión. Cargado con la maleta de tu mano derecha, la mochila a la espalda, el móvil en la mano izquierda, el MP3 en la boca, tu hermana atada con correa que a su vez la tienes tú atada a la cintura para que no se te escape… y todo eso en modo automático, modo zombi, en modo durmiendo despierto, como quieras llamarlo. Ya en el aeropuerto: después de una siestecita de hora y media en el coche de camino al aeropuerto toca correr. No se como lo hacemos, pero vamos tarde. Como es posible que a las 4:30 de la mañana estés tragando tus cereales y a las 9:30 estés corriendo aeropuerto arriba, aeropuerto abajo para coger un avión que sale a las 9:45. ¿Será porque a medio camino me he acordado de que tenía que volver a por el cargador del I Pod? No… Seguro que no ha sido por eso. Después de facturar, ¡Puta casualidad! Tu avión sale desde la otra punta del aeropuerto, ¡Biieen! Otra carrerita… Por estos momentos eso ya es un desmadre (Literalmente, porque te has perdido a tu madre por al camino). ¿Qué toca después? (A parte de volverte a por tu madre) Te diriges hacia tu asiento de avión que da la casualidad de que se encuentra en la fila 17 mientras que los del resto de tu familia están localizados en la fila 5. Claro, tu hermana la pequeña quiere jugar con papi y mamá quiere hablar con la abuela, y como las filas son de cuatro asientos apaga y vámonos. Mientras te vas acercando notas una tensioncilla creada mayormente por el hecho de que desconoces a la persona o personas que te puedan tocar al lado y por eso rezas para que tu asiento esté al lado de la ventanilla (Por propia experiencia: si te toca una pareja de jóvenes potrillos salvajes, también llamados novios al lado, es una buena distracción). El caso es que llegas y…  mierda te ha tocado el asiento del medio, y por si no fuera poco a tu derecha tienes el típico nene de papá (Dato curioso: ¿Cómo reconocer a un nene de papá? Muy fácil: rubio repeinado a lo “lametón de vaca”, mirada de superioridad, aire de chulo, acento de pijín…) de unos 14 o 15 años y a tu izquierda un chiquitín con pintas de cabroncete que por lo visto tiene intenciones de tocarte las narices durante todo el viaje. Pongámonos en situación: cabroncete, tú y nene de papá. ¿Qué es lo que haces? Solo hay dos opciones: aburrirte como una ostra mirando al techo, o aburrirte como una ostra mirando al asiento de enfrente (Suena divertido, ¿verdad?)
  • Viajes con tus conocidos hijos de su madre amigos: Típico viaje de un típico instituto con sus típicos alumnos y típicos cabronazos que te suspenden aunque saques un 4’9999 profesores. Pues todo empieza un día del año cualquiera, en el que haya colegio, por supuesto. Un profesor empieza a repartir panfletos por toda la clase y cómo no, uno de ellos es para ti. Te emocionas muchísimo hasta que un compañero da la mala noticia: “Chicos, aquí pone que hay que traer 3 euros para fotocopias de marrazketa”. Mierda, te deshinchas lentamente mientras la emoción acumulada se te sale por las orejas. Pero bueno, esta historia tiene final feliz, a última hora de clase te reparten otro folleto. No has empezado a leerlo cuando… oyes a tu compañera diciendo “Al monte? Osea, pero ahí hay bichos y hay barro…” La ostia que le metías es monumental. Diriges la vista al panfleto. Pues tú lees el contenido y pone: Excursión a Londres (What the fuck? No era al monte? No, es que la pija con tanto rímel no podía leer bien). Del día XX al día YY y al final del todo el precio:……. ¡Alaaaaaaaa! ¡Qué burros! Pero entonces el profesor pone calma diciendo que tenéis que vender cajas de riquísimos bombones que están caducados hace más años que el precio del viaje ¡Ñam! Evidentemente sólo te los compran familiares y amigos que te tienen mucho aprecio, porque si no, no te los comprarían. Al cabo de un mes vas a casa de tu tía y preguntas “¿Estaban buenos los bombones? Porque ya veo que no queda ni uno en la caja” Y te responde “Sí cariño, estaban riquísimos ¡Ñam!” Después de un rato tú orgulloso de la venta vas a  tirar tu chicle a la basura y descubres con horror que:……..¡Los bombones están ahí y ni si quiera están abiertos! (Bueno, en realidad la decepción no es tan grande porque tus padres también te compraron bombones y los tres que te tocaron a ti no tuviste ningún reparo en tirarlos por el váter, la ventana y la basura respectivamente) Así que (Para divertirte un rato) le dices a tu tía “ Por cierto tía, ¿Cuál de los bombones te gustó más?” A lo que responde “El de vainilla con nueces de macadamia” “Eso no es un sabor de bombón, eso es un sabor de helado…” (Se empiezan a notar los nervios, a tu tía le tiembla la voz. Tú con cara de poli malo.) “Ah...¿No? Pues el de Chisky.” “No te inventes sabores tía...” Y te lo repite “Cheesecake” Pero da la casualidad de que ese sabor no estaba en la caja así que le dices “¡Pillote!” Y se siente obligada a doblarte la paga por decepcionarte (¡Objetivo conseguido!) . Llega el día de zarpar y empiezan los nervios por coger el mejor sitio posible, al ladito de tus amigüitos. Y va y te toca con el/la chaval/a que te gusta y te pasas el viaje sin decir ni croac. Al llegar, toca elegir dormitorio. Todos son más rápidos que tú y te toca con el marranote que huele a... ¿queso? ¿Sudor? ¿Rata? ¿A una rata sudada que ha comido queso?  El caso es que mientras duermes (Que, ¡Vaya casualidad! Te ha tocado la litera de abajo) al tío le da por hablar en sueños y te pide que bailes con él un tango con rosa en la boca incluida a las putas buenas 4 de la mañana. ¡Click! Cascos y musiquita y como si nada hubiera pasado. Y de repente escuchas una cosa que no es la música que suena algo así como ¡Buuuuuuum! Y empieza a oler fatal, adivina quien ha sido. Mmm... Da que pensar.
  •  Viajes en coche con la “family”: Allá vamos. Esto sí que es una aventura. Se podrían contar mil y una cosas sobre los viajes en coche con la familia, pero es mejor que eso siga siendo un secreto. Yo solo digo que probablemente, si el viaje es largo (Échale unas 12 horitas metido en el mismo coche que tu madre, tu padre, tu hermano pequeño, tu perro…) la cosa acabe así: Tu hermano pequeño dando por culo cantando canciones de “Mani manitas” (A saber que hace con sus manitas) “Los Teletubbies” (Que se puede meter  su “abraaaazo fuerte” por donde les quepa) y en caso de que sea una chica “Patito feo” (Que por cierto, cuando yo era pequeña “Patito feo” era un cisne que no lo querían y luego se hacía mayor y guapo; no una telenovela en la que hablan así: “Vos sos requetelinda…”), tu padre y tu madre discutiendo porque se han saltado la salida, tu abuela roncando, el perro comiéndose las maletas y tú, (agobiado perdío que estás) sacas la cabeza por la ventanilla y pegas un grito que poco más y se derrumba el Everest. Resultado: toda la familia te mira atónita (Excepto la abuela que sigue frita). Tú sonríes como si nada y miras la hora en el móvil. Las 22:30. Piensas: “Como no salga pronto de aquí me da algo” y justo en ese momento… CHOFFF, se para el coche. ¡Aleluya has llegado! Sales del coche, te desperezas y… ¿En medio de la autovía? Te das la vuelta y ves como una masa de humo sale del coche. Bye Bye vacaciones…

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